En lo que respecta al reciclaje, Suecia es un ejemplo para el resto del mundo. Gracias a que ha priorizado el asunto de la sostenibilidad, el país nórdico recicla 1500 millones de botellas y latas al año, una cantidad asombrosa para una población de alrededor de 9,6 millones (en 2013). En términos de basura, los suecos solamente producen una media de 461 kilogramos (1,106 libras) de residuos al año —menos del 1% de los desechos terminan en los vertederos. Esto está ligeramente por debajo del promedio de media tonelada en el resto de Europa.
El reciclaje meticuloso tiene inconvenientes inusuales
Este admirable compromiso con un mundo ecológico tiene un efecto extraño en la producción de electricidad. Suecia participa en un programa de conversión de residuos en energía (WTE) y tiene 32 de estas plantas especiales. Por si no está familiarizado con esta exclusiva manera de producir energía, así es como funciona: los hornos se cargan con la basura que se quema para generar vapor. Este gas recién producido se utiliza posteriormente para hacer girar las turbinas del generador y producir electricidad que es transferida a las líneas de transmisión y a la red eléctrica. Al usar este método, el país puede reducir las toxinas que se filtran en el suelo. “Cuando los residuos se depositan en los vertederos, expulsan gas metano y otros gases que provocan el efecto invernadero, y estp obviamente no es bueno para el medio ambiente”, explicó la directora de comunicaciones de Swedish Waste Management, Anna-Carin Gripwell en un comunicado.
Antes de quemar la basura, primero es clasificada por los propietarios de las casas y de los negocios. Las cosas que se pueden reciclar se separan (como los restos de comida y los productos de papel), y todo lo que se puede salvar se reserva a parte. Debido a que los desechos potenciales son cuidadosamente examinados, se deja relativamente poco para el programa WTE. Como resultado, Suecia importa basura del Reino Unido, Italia, Noruega e Irlanda para poder garantizar seguir en funcionamiento.
¡No lo destruyas, repáralo!
Suecia sigue pensando en formas innovadoras de seguir siendo un país verde. “Sentimos que tenemos la responsabilidad de actuar con responsabilidad en este sector y de tratar de reducir nuestra huella ecológica”, afirma Per Bolund, Ministro de Finanzas y Consumo de Suecia en un video para AJ+.
“Los consumidores realmente están demostrando que el deseo por marcar la diferencia y lo que estamos tratando de hacer desde el gobierno les ayudar a actuar, haciendo que sea más fácil comportarse de una manera ecológica.”
La estrategia propuesta rechaza la práctica occidental de tirar todas las cosas juntas. En cambio, las cosas que normalmente irían directamente a un contenedor de basura—como ropa, calzado o bicicletas—podrían ser reparadas. Sin embargo, la carga no recaería en el propietario de estos productos raídos (ya que al fin y al cabo, no todo el mundo puede remendar una chaqueta), pero daría paso a nuevas oportunidades laborales. Hay lugar en el mercado laboral para las personas que son capaces de arreglar las cosas. Son trabajos especializados que pueden llegar a ser intelectualmente estimulantes pero que no requieren un nivel muy alto de educación, por lo que las personas pueden se puede llegar a formar parte de la plantilla en cuestión de meses en lugar de años.
Por supuesto, también es posible comprar las cosas que no son capaces de reparar—pero les va a costar. Se podrían fijar impuestos sobre estos productos para incentivar a los consumidores a comprar artículos que tengan una larga vida por delante.
Imagen de la portada: Brian Cliff Olguin para The New York Times.