Si ha visto alguna vez la película “Las mujeres perfectas”, Matthew Broderick se muda a la ciudad residencial perfecta donde todos son amables – demasiado amables. Pronto se entera de que las mujeres se han transformado en robots, controlados por sus maridos. Es una visión satírica de lo inquietante que puede resultar que una persona esté siempre de buen humor, que sea amable en todo momento.
En 1961, el psicólogo Stanley Milgram realizó un experimento para comprender el ascenso de los nazis al poder y probó en qué medida la gente obedecería a la autoridad. Se pidió a voluntarios que giraran un dial y que enviaran una descarga eléctrica al sujeto de prueba (un actor que estaba fingiendo dolor) aumentando gradualmente el voltaje. Algunos voluntarios estaban dispuestos a aumentar la descarga sobre el sujeto hasta su muerte.
El estudio de Milgram se ha actualizado recientemente cuando el Journal of Personality reveló qué tipo de personas están dispuestas a obedecer las órdenes de la autoridad – sin importar lo descabellado de las órdenes. Aquellos cuyas personalidades fueron descritas como “muy amables y meticulosas” tienen más probabilidades de cumplir órdenes que perjudiquen a los demás.
Los participantes fueron 35 hombres y 31 mujeres de 26-54 años de la población general, con los que se contactó por teléfono 8 meses después de su participación en un estudio que transponía el paradigma de obediencia de Milgram al contexto de un juego falso de televisión.
Aquellos que eran especialmente amables y que se consideraban agradables obedecían órdenes porque no querían alterar el orden de las cosas, mientras que los que eran descritos como menos amigables fueron más rápidos en decir lo que pensaban. Además, el estudio reveló que las personas con ideas políticas de izquierdas estaban menos dispuestas a seguir órdenes que perjudicaran a los demás.
En resumen, es probable asumir que los gilipollas son menos propensos a tolerar órdenes ridículas de figuras de autoridad que alguien que es un pusilánime.